Maltrato


"¿Dónde estará mamá?" Piensa el pequeño, un poco asustado. Se acurruca y se abraza a sí mismo, recordando sus palabras hace unos minutos. Ella le dijo que no saliera del armario pasara lo que pasara, que iban a jugar a que el hombre malo no los encuentre. Pero él no entiende por qué se ha ido, si en ese escondite tan bueno caben los dos... "¿Se habrá escondido en otro lugar?"


De repente, empieza a escuchar voces en el piso de abajo. Está muy lejos como para oírlo bien, pero juraría que es la voz de su madre. También, escucha una voz mucho más grave, que le resulta familiar. Podría ser el tío Toni, mamá siempre dice que los hermanos se enfadan mucho, pero que se quieren igual y se perdonan. Pero, ¿y si es el hombre malo, que la ha encontrado? En ese momento, comienza a crecer su miedo. Por más que lo intenta, no puede entender qué dicen ahí encerrado, pero prometió que no se movería del ropero hasta que acabase el juego, y él no quiere que le crezca la nariz como dicen los mayores. No puede faltar a su palabra.


Entonces, se hace el silencio, y durante un largo rato únicamente escucha su propia respiración. Puede que el hombre malo se haya marchado ya, o quizás mamá no quiere seguir jugando. Pero es muy raro que nadie suba a buscarlo. Por lo que, bastante extrañado, decide salir de allí para ver qué es lo que ocurre. No debe hacer ruido, así que muy lentamente, se acerca hasta la entrada de la habitación, y la abre con mucha delicadeza. No hay nadie, está todo vacío. Ni el más mínimo sonido o movimiento. Repentinamente, se oye un alarido casi ensordecedor, que asusta todavía más al pequeño. Se tapa los oídos con fuerza, temiéndose lo peor. ¿Era su mamá? Totalmente atemorizado, regresa de un salto al armario.


Oye crujir los escalones, alguien viene. Se auto convence de que la partida debe haberse acabado, tal vez incluso él haya sido el ganador. Pero, vuelve a escuchar esa voz grave, y se da cuenta de que quién sube no es su madre.


-          Hola, pequeñín.- Dice alguien, en un falso intento de tono amistoso.- Soy tu papá, ¿te acuerdas de mí? He venido a buscarte para que bajes conmigo.


No se escucha ninguna respuesta, el pequeño permanece en silencio sin fiarse de quien le habla. La voz le es conocida, aunque no recuerda por qué. ¿Será un amigo de su madre? Pero, ¡podría ser el hombre malo que quiere encontrarlo! No debe moverse ni un poquito, o quién sea esa persona, podría descubrir su escondite.


-          Vamos,- Continúa el hombre, persuasivo.-  mamá está muy triste, dice que necesita que vayas con ella. Está llorando abajo, y me ha pedido que te llame.


Unos minutos más sin respuesta, y se oye un fuerte grito de desesperación. El niño se encoge del sobresalto, haciéndose un pequeño ovillo en una esquina, y empieza a escuchar tras las paredes palabras feas que no se deben decir.


-          Mira, renacuajo- Dice la voz, dejando de maldecir por un momento. Ahora mucho más agria y desagradable que en un principio- Como no salgas, me enfadaré mucho. Y si me cabreas, te prometo que lo pagará tu madre.


Su voz retumba, y el pequeño cada vez se siente más inseguro. ¡El hombre malo está intentando engañarlo! Seguro que mamá sigue escondida, seguro que está bien… Nunca habían jugado así, y al pensar en ello sus piernas tiemblan nerviosas. Se siente aterrado.


-          ¡Ya está bien!- Grita aún más fuerte- Sal ahora mismo o le haré daño a mamá. Me la llevaré muy lejos y no volverás a verla ¿Eso es lo que quieres?- Proclama, cada vez más cerca de la habitación donde se encuentra.


En ese instante, antes del que el hombre ponga un pie en el cuarto, empieza a sonar repetidas veces, y en un ritmo frenético, el timbre de la casa. Después de un notable resoplido por parte del desconocido, se oyen crujir de nuevo las escaleras. Esta vez, dirección al recibidor. Por fin, respira hondo, un poco más tranquilo. De un portazo, la entrada se cierra, y todo se queda momentáneamente en silencio, sin más sonido que murmullos demasiado suaves para ser distinguidos.


Dos personas suben esta vez. Su corazón va a mil, sin saber que puede depararle todo esto. "¿Dos? ¿Será otro hombre malo?" De repente, piensa lo asustada que debe estar su mamá… Tiene que protegerla o podrían encontrarla. Así que, cierra los ojos, para recordarse a sí mismo que no tiene que tener miedo, que ya es un niño muy mayor, y que debe cuidar de ella. Silenciosamente, sale del ropero y, otra vez,  se acerca poco a poco a la puerta, que ahora se encuentra entreabierta. Desde esa visión, puede ver el pasillo, al que acaban de llegar los dos. El hombre malo está discutiendo con un chico más joven… "¡Es el tío Toni!" En ese momento, una sensación de alivio suaviza la tensión de su cuerpo. Él les ayudará, y el hombre malo tendrá que irse.


-          Relájate Toni, ¿por qué estás tan nervioso? ¡Tranquilo!- Dice el hombre, cambiando por completo su anterior tono alterado por uno amable y calmado- Tu querida hermanita está bien, solo he venido para conocer al chaval. Ella me dejó entrar.


-          Venga ya, ¿en serio te piensas que me voy a creer eso?- Pregunta el joven, incrédulo- Te estás saltando una jodida orden de alejamiento, así que como no escuche de la boca de Carla que dices la verdad, saldrás por esa puerta a patadas. ¿Lo has entendido?


-          Sí, sí, lo que tú digas. Ven, y se lo preguntas tú mismo. Estaba teniendo una charla con ella y el renacuajo en esa habitación.

El chico se queda quieto mirando fijamente el cuarto que el otro hombre le señala. Parece pensativo. Entonces, mira a un lado y al otro, y se encuentra con la mirada asustada del pequeño detrás de una de las puertas del pasillo. El niño se sorprende, por un momento teme que el hombre malo descubra que se están mirando. El chico vuelve a dirigir su mirada al intruso, con disimulo.


-       ¿Por qué motivo dices que estabais hablando en las habitaciones de aquí arriba?- Pregunta con voz cautelosa.-  Me extraña bastante que esa “charla” no ocurra en el salón.- Esta vez sube el tono, y se acerca al hombre, amenazante, agarrándolo de la camisa.-  ¡¿Qué has hecho con mi hermana y mi sobrino?!  ¡Responde de una maldita vez!


-          ¿Qué estás diciendo? Si yo no les he hecho nada.- Contesta con fingida calma. Sujeta la mano del chico, con intención de conseguir que se suelte, pero él lo aparta con un movimiento rápido.


-          ¡¿Qué has hecho con ellos? ¡Maldito hijo de p…!- El pequeño se tapa sus orejas inmediatamente, no quiere escuchar esas palabras que mamá dice que nunca pueden decirse.


Ambos, cada vez más alterados, se gritan y se insultan mutuamente. Llegan a las manos, hasta que el hombre malo golpea fuertemente el estómago del joven, que cae de rodillas, con expresión de dolor. Entonces, después de esperar unos segundos, se agacha junto a él y susurra algo en su oído, inaudible para el niño. Le agarra de la ropa, y sin darle tiempo para reaccionar siquiera, lo arroja barandilla abajo. Un sudor frío inunda al pequeño, que tras presenciar lo ocurrido está completamente conmocionado… Por un momento, su mente queda en blanco y no puede pensar. 

Aterrorizado y con mil preguntas en su cabeza, no sabe cómo actuar. Pero, entonces, recuerda que su madre lo necesita de verdad, esté donde esté. Traga saliva y respira tan profundamente como puede. En el pasillo, rebota un fuerte chillido, seguido de un sonido de cristales rompiéndose, ya que el hombre pierde la calma y empieza a destrozar todo lo que está a su alcance. En el aire se siente su rabia, su cólera.


-          Sal de donde estés, no tengo todo el puñetero día- Exige, vociferando otra vez- Acabaré contigo con mis propias manos como no obedezcas a la de ya.


Entonces, entra en una de las estancias para buscar al pequeño, que aprovechando el momento, sale sigilosamente del cuarto en el que se encuentra. "¿Dónde estará mamá? ¿Estará bien?" Mientras su mente divaga entre tantas cuestiones, oye al hombre maldecir, cada vez más lejos. Baja muy despacio las escaleras, tratando de evitar emitir cualquier sonido. Peldaño tras peldaño, se siente más nervioso a cada paso.


Al llegar a la entrada, su recorrido se detiene en seco. El niño, instintivamente, tapa su boca entre sus pequeñas manos, acallando un quejido de completo terror. El tío Toni está tirado en el suelo, totalmente inmóvil y rodeado de sangre. Jamás había visto algo parecido… Intentando controlar sus emociones, se aleja cuidadosamente del lugar. Llama a su madre susurrando en voz muy baja, con miedo de ser escuchado. Llega un momento, en que las palabras del hombre malo ya no pueden oírse, tal vez ya estén a mucha distancia. Entonces, entra en el salón, que parece estar revuelto. No la encuentra por ninguna parte, así que continúa caminando poco a poco dirección a la cocina. Parece ver, unos metros por delante de él, unos pies que sobresalen de detrás de la encimera.


-          Mamá… -Susurra el pequeño, acercándose poco a poco. Su madre está tumbada en el suelo boca arriba, un poco ladeada… Tampoco se mueve, y hay manchas de sangre por todos partes.- ¡Mamá!- Grita al verla en ese estado.


-          ¡Aquí estás!- Dice una voz ronca a sus espaldas, agarrándolo con fuerza y levantándole del suelo.


El pequeño se resiste, revolviéndose de un lado al otro y dando coces por doquier. El hombre malo lo ha encontrado y también ha hecho daño a su madre. No ha podido protegerla… Siente como cada vez es sujetado con más firmeza. Entonces, grita de dolor.


-          ¡Me haces daño!- Dice el pequeño entre lágrimas.- ¿Qué le has hecho a mi mamá? ¡Monstruo, eres un  monstruo!- Y entre chillidos, trata de escapar de su captor.


Van otra vez dirección al segundo piso. Intenta soltarse de esas enormes manos, que cada vez lo aprietan más, pero no es capaz. Si deja de moverse, el hombre malo se lo llevará y no podrá salvar a mamá.


-          ¡Ya vale, joder! Estate quieto y cállate de una vez.- Ordena dominante, pero el niño sigue dando voces y patadas. En ese instante, paran en seco. Lo inmoviliza sin ninguna piedad, y lo coloca de forma que ambos quedan cara a cara- A ver, niñato… Como no pares ahora mismo, hago contigo exactamente lo mismo que a tu estúpido tío. ¿Entendido?


No solamente sus palabras, sino su aterradora mirada fija en el pequeño, hacen que no controle el temblor de su cuerpo. El hombre malo lo mira y lo aprisiona demasiado fuerte. No puede casi respirar, y siente tanto miedo que al momento se queda mudo y completamente quieto. No deja de pensar en su mamá, no deja de ver en su cabeza la imagen de ella en el suelo… Y, finalmente, llegan al pasillo. Tras esquivar los escombros de cristal y  muebles rotos, entran en la habitación del niño. De repente, siente como es lanzado al suelo, y suelta un quejido lleno de dolor. Tiene la vista nublada, y está todo muy oscuro. Trata de levantarse aparatosamente, y consigue ver de reojo al hombre colocando una silla en el cerrojo de la puerta, atrancándola por completo.


-          Ya no tienes escapatoria renacuajo.- Anuncia en un rugido de rabia, acercándose lentamente.- No volverás a ser una molestia…


Se abalanza sobre el pequeño, que grita aterrado. Con sus pequeñas extremidades, intenta evadir su ataque. Sin embargo, es inútil. Es golpeado, y rodeado por una fuerza descomunal contra la que ningún niño podría competir. Trata de liberarse de la gran figura que hay encima de él, de la sombra que lo asfixia, ahora con sus enormes manos rodeando su frágil garganta. Su respiración empieza a fallar, cada vez es más débil. Siente palpitar cada centímetro de sí mismo, mientras oye unos murmullos que no es capaz de distinguir. Con la poca energía que aún tiene, cuando apenas le queda un fino hilo para perder el conocimiento, golpea en el pecho al hombre malo con sus manos. Éste, entona un sonido ahogado y se separa del niño, soltando poco a poco su cuello. En su pecho, clavado profundamente, hay un pequeño cuchillo.


-          Maldito…- Dice entre jadeos, apenas sin respiración.- Te voy… a matar.- Susurra débilmente.


El pequeño se aleja cuanto puede, y se queda en una esquina de la habitación. El hombre malo se levanta, e intenta alcanzarlo alargando su brazo y yendo hacia él. Pero, entonces, sus piernas  fallan y ceden, haciéndole caer al suelo. Ya no le queda aire, y permanece estático, agonizando. En la cabeza del niño no hay más que un enorme caos. Terror. Se abraza a sí mismo y se encoje de nuevo, escondiendo su carita y tapando sus oídos. No es capaz de ver ni escuchar toda esa agonía, que durante unos minutos no cesa. Entonces, se hace el silencio. Alza de nuevo la mirada. El hombre ya no se mueve. Así que, muy despacio, intenta rodearle para llegar hasta la puerta, que continúa cerrada. Hay una silla que le impide abrirla, es muy grande, apenas consigue quitarla con las fuerzas que le quedan. Llega un momento, poniendo todo el empeño del que es capaz, en que logra moverla por fin. Sale del cuarto, con mucho cuidado. Tiene miedo de que el monstruo vuelva a despertar… Una vez ya en el piso principal, corre hacia la cocina con dificultad.


Está seguro de que mamá debe estar dormida, pero ¡tiene que despertarse! De lo contrario, el hombre malo podría hacerlo antes que ella e iría a buscarlos. La encuentra en el suelo, de la misma manera en que estaba hace un rato. Se acerca despacito, sin ser brusco. Arrodillándose a su lado, pone sus pequeñas manos en los mofletes de su madre.


-          Mamá…- Dice suavemente- Tienes que despertar mamá… por favor.- La zarandea, la mueve. Y tras muchos intentos, la abraza entre lágrimas. 


No responde, está sumida en un sueño tan profundo que no puede escuchar sus palabras, ni tampoco sentirlo. El pequeño se acurruca a su lado, sumergido en un frío abrazo, y esperando junto a ella, a que en algún momento abra los ojos de nuevo.

 

Comentarios

  1. Me encanto !! Aunque un poco fuerte.. pero por desgracia es lo que mucha personas viven o lo pasaron ...
    Amo y valoro y sobre todo me siento orgullosa de tu forma de escribir. lo haces muy personal y muy tuyo . Me consta que le pones muchas ganas. Sigue a si cualquier cosa que te propongas hazlo o escríbelo como la vida misma !!

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  2. ¡Qué lindo escribes, qué personal y auténtico! Me alegro de haberte encontrado, de verdad. ¿Cuál será tu nombre? Quizá lo sabré, o no... Pero ya sé de ti. Un abrazo!

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    1. Gracias, de veras! Agradezco tus palabras. Que los demás llegen a la profundidad de los escritos, es lo que tiene más valor para los que escribimos. Porque en cada texto ponemos un poquito de nosotros mismos.
      Seguramente, podrás descubrir fácilmente mi nombre...
      Un gran abrazo también para ti!

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