Lágrimas negras

 Llora, pequeña, llora. Rómpete hoy aquí... Esconde entre tus manos ese rostro enrojecido, acurrucada en la oscura noche. Sé que sientes soledad en la frialdad de esta habitación, pues no hay nadie a tu alrededor, solamente tú. Pero no temas, no estás sola. En realidad, te acompaña tu posesión más valiosa, tu fuerza.

 Llora, pequeña, no aguantes las lágrimas. No ensombrezcas tu corazón guardando esa podredumbre dentro de ti. Haz que salga, y que cada gota negra que descienda de tus mejillas no te robe la esencia. Solloza, grita, deja que todo ese dolor escape a través de tu voz. Déjalo huir de entre las sábanas, que atraviese cada débil centelleo de luz que deja entrar la ventana, hasta salir de allí, lejos de tu alma limpia.

 Sé qué ya no tienes fe. Confiaste en otros, que parecían tan buenos como tú, tan desinteresados y dulces, tan agradables. Pero no supiste ver la máscara que llevaban puesta, antes de mostrarles tu más profundo interior. Sentiste erróneamente que valoraban algo que en verdad despreciaban e intentaban destruir... Hasta llegar a este día, en el que crees que han logrado su propósito.

 Abrázate fuerte entre las sombras, vas a necesitarte más que nunca en esta lucha. Sin embargo, no te culpes, no has hecho nada malo. No te escondas, no dejes que el miedo te acorrale. No te increpes, no mereces tal maltrato. Solo deshazte de esta gran mochila que te hace caminar más lentamente, que te aleja de aquello que en verdad te importa, que te agota cada día y te roba la sonrisa. No te pierdas, pequeña; no te pierdas, por favor. Porque no hay luz que más brille que la que irradian tus ojos transparentes. Y nada más bonito que esa alegría que baila cuando hablas con sinceridad.

 Sé que levantarte es difícil hoy, y también lo será mañana. Sé que no notas un latir al apretar tu pecho, y que piensas que la vida se te escurre entre los dedos. Lloras, desconsolada, repitiendo un mantra en tu cabeza. Puedo escucharlo deslizarse en tus pensamientos. “Nunca más. Nunca más” Veo romperte en mil pedazos, ya cansada de aguantar, de soportar que alguien te pise. Harta de reprimir tanta oscuridad, tenías que explotar.

 Te tienta construir a tu alrededor un férreo muro, que no te permita volver a liberar tu verdadero ser. Después de tanto dolor, no encuentras otra manera de mantenerte en pie, pues de lo contrario, te derrumbarías. Entiendo tu tristeza, y siento vibrar el temor que te invade en esta melancólica noche de invierno. Aún después de dejar de llorar, incluso cuando ya no te queda voz, tiemblas todavía embriagada de esa desoladora sensación de agonía.

 Recuerda, dulce niña, que aún tienes tu fuerza. No olvides que ella jamás te abandonará. Puede que quiénes creías tener a tu lado ya no estén, que te hayan humillado con crueldad, incluso quizás pienses que ya no queda nada dentro de ti tras tales golpes. Pero en lo hondo de tu corazón siempre habrá algo mucho más poderoso que cualquier herida, por profunda que pueda ser. Aunque, nadie más que tú puede usarlo en su favor.



Comentarios

  1. ¡Qué buen relato, bien escrito, sincero! Enhorabuena ☺️

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por los cumplidos! Definitivamente, es un relato muy sincero, y personal.

      Eliminar

Publicar un comentario