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¡Ponte al Día!

Verde, que te quiero verde

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Para el reto de este jueves nos animaba Neogeminis a dejarnos inspirar por el tan significativo color verde . Aquí os dejo mi participación. Qué extraña es la suerte: tan esquiva a veces, tan abstracta, tan poderosa. Hoy quiero hablaros de una gran mujer, la más feliz que jamás haya conocido… Libre, alegre, optimista y brillante; tan brillante como el mismo sol. Hablo de una persona muy especial, pero, a su vez, tan cercana y sencilla como tú y como yo. Una mezcla interesante, lo sé. Desde hace muchos años, ella siempre encontraba montones de tréboles a su paso: aquellos que todos hemos querido tener alguna vez, los codiciados y verdes tréboles de cuatro hojas. Bastaba con pasear por cualquier campo, y ahí estaban, bajo sus pies. Caminaba por algún pradín de la ciudad, y más que se encontraba. Allá por donde ella pisara, siempre había alguno que recoger. Pensaréis: ¡qué maravilla! Cuánta suerte ha de tener… Pero os gustará saber que, lejos de ser avariciosa, cada vez que encontraba un...

¿Te soy sincera?

Quiero serte sincera, pero, ¿te digo algo? No me salen las palabras... Es gracioso, la verdad, porque yo estoy acostumbrada a escribir, y las palabras siempre han sido mi refugio, ese lugar donde lo que siento se puede plasmar sin miedos, sin juicios y, sobre todo, con completa sinceridad. La cuestión es que, cuando se trata de ti, no sé expresar lo que siento en su plenitud. Faltan palabras, sinónimos y metáforas que me ayuden a transmitir ni una pequeña parte. Ni mi amor, ni lo agradecida que estoy, ni la versión de mí que soy ahora. Siempre me faltan palabras, y las que encuentro nunca son suficientes. ¿Te soy sincera? Ahora sonrío más... y mira que, por lo general, siempre fui con una sonrisa puesta, aunque no me sintiera bien, eso jamás me faltaba. Pero hoy sonrío sin esconder pena. ¿Sabes ese tipo de sonrisa que pareciera que no cabe? Esa es. ¿Y sabes qué? Hacía mucho que no sentía tanta tranquilidad, tanta calma. Siento que al fin puedo tomar una bocanada de aire y respirar prof...

Sombras de un espejo

En esta convocatoria juevera Nuria, desde su blog Bitácora Literaria , nos propuso un microrrelato sobre el miedo a la oscuridad . Aquí os dejo mi participación .   Nos miramos con incertidumbre, mi reflejo y yo. Siento algo extraño en el aire, aunque no logro discernir qué es. Mi yo reflejo aparta la mirada, mientras yo permanezco inmóvil, incapaz de comprender por qué esa imagen de mí se mueve sin que yo lo haga. Sus ojos se dirigen hacia el otro lado de la habitación, a esa esquina oscura que siempre me infunde temor. No quiero girarme para seguir su recorrido, así que me aferro a observar sus movimientos. Entonces, vuelve a mirarme, y, de una manera escalofriante, sonríe.  Me llevo las manos a mi boca, horrorizada. No puedo ver mi expresión real, pero sé que mi rostro refleja puro terror. Sin embargo, esa figura sombría sigue sonriendo. La oscuridad de la habitación se extiende tras de mí, la veo reflejada en el espejo, detrás de mi otro yo. De nuevo se mueve, ladeando la ...

La caja metálica

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Me sumo un poco tarde a la convocatoria de este jueves. Desde el blog El Demiurgo de Hurlingham , se nos propone un reto entorno a una caja misteriosa...  Me abrumó cruzar el viejo portón de la casa de mis padres después de tantos años. Pero, con su ausencia, no hubo más remedio que vaciarla. Con la ayuda de unos compañeros, aquellos muebles teñidos de recuerdos fueron abandonando el lugar, hasta dejar la estancia en completa soledad. Como un favor personal, les pedí a los demás que me dejaran a solas en el desgastado desván. El aire irrespirable por la escasa ventilación, me acompañaba.  Con algo de dificultad, comencé a moverme por las abultadas tablas del suelo de madera, procurando que las ruedas de mi silla no tropezaran con ningún objeto.  No lo recordaba tan desordenado. Años atrás, había un espacio para la mecedora de mi madre junto a su mesita de café, o el estante donde mi padre solía dejar su radio cassette y su colección de tebeos. De pequeño, tenía un modes...

Libertad

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Este jueves debuta Mari como anfitriona,  y nos propone un reto sobre l as piezas de un juego de ajedrez.  Hileras incontables de cuadrados negros y blancos se extienden frente a mí como si un laberinto me tuviera cautivo. Día y noche, sin vislumbrar otra cosa que un tablero de piedra pulida, junto a esas figuras de mármol enfrentándose unas a otras en una batalla infinita. No hay treguas, ni descanso, solo piezas que caen derribadas por otras del color opuesto. No puedo soportarlo más. Me han robado mi libertad, obligándome a permanecer en este juego sinsentido, condenado a un único movimiento de “L” ¿Dónde quedó aquella pradera verde? ¿Dónde están esas llanuras sobre las que antes podía cabalgar? ¿Dónde está mi libertad? Un movimiento de la torre blanca amenaza con despojar al alfil negro de su privilegiada posición. Sin embargo, en su lugar, la reina avanza una larga distancia en diagonal, poniendo al rey negro en jaque. Es mi turno. No hay otra figura de mi color que pue...

Abismo

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Una profunda respiración se convierte en un intento  fallido de calmar su pulso. Inspira. Expira. Pero no, no lo consigue. Por más que trata de lograrlo es incapaz de frenar ese latido apresurado.  El frío y húmedo ambiente nocturno empiezan a calar en su garganta, y un vaho blanco se dibuja en el aire con cada aliento. Siente sus manos entumecidas, agarradas a la helada barandilla del puente colgante. Él no pretendía llegar tan lejos, pero siente que no puede más, que ya no hay nada que pueda hacer. Sus ojos están cerrados, consciente de la altura bajo sus pies. Siempre tuvo miedo a los lugares altos, hasta tal punto que enfrentar el balcón de un tercer piso ya era demasiado… Pero, aquí está, en el borde de una baranda a, al menos, cincuenta metros a distancia del agua. Sabe que allí abajo le espera un dolor equivalente a mil cuchillos de hielo, pero eso ya no importa, porque la decisión ya está tomada. Ha visto cientos de veces esta escena en su cabeza. Se ha visto cayendo a...

La pizarra

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Neogeminis nos presenta esta semana un  reto l a mar de curioso. Escribimos sobre  las incomodidades ,  tema que he querido abordar  como  veréis a continuación. No, no, no... Otra vez no. ¿Por qué estas cosas siempre me tienen que pasar a mí? ¿Es que no hay más alumnos en la clase, o qué? No soporto ser el centro de atención. Siento los ojos de los demás chavales atravesarme por la nuca, mientras que los que están sentados delante de mí se han girado para quedarse pasmados mirándome. -      Lucas, ¿acaso no me has escuchado? - Replica el profesor de Lengua y Literatura, sentado en su gran escritorio. - Vamos, sal a la pizarra y continua la lectura. Trago saliva. Casi siento deslizarse por mi frente una gota de sudor. No puedo salir ahí... Con lo mal que se me da leer, se van a reír todos, como siempre. Miro al maestro con una notable incomodidad, pero él me observa con impaciencia. Como no me mueva del sitio, me amonestará seguro. O peor aú...