Libertad
Este jueves debuta Mari como anfitriona,
y nos propone un reto sobre las piezas de un juego de ajedrez.
Hileras incontables de cuadrados negros y blancos se extienden frente a mí como si un laberinto me tuviera cautivo. Día y noche, sin vislumbrar otra cosa que un tablero de piedra pulida, junto a esas figuras de mármol enfrentándose unas a otras en una batalla infinita. No hay treguas, ni descanso, solo piezas que caen derribadas por otras del color opuesto.
No puedo soportarlo más. Me han robado mi libertad, obligándome a permanecer en este juego sinsentido, condenado a un único movimiento de “L” ¿Dónde quedó aquella pradera verde? ¿Dónde están esas llanuras sobre las que antes podía cabalgar? ¿Dónde está mi libertad?
Un movimiento de la torre blanca amenaza con despojar al alfil negro de su privilegiada posición. Sin embargo, en su lugar, la reina avanza una larga distancia en diagonal, poniendo al rey negro en jaque. Es mi turno. No hay otra figura de mi color que pueda interceptar el ataque que la reina enemiga quiere ejecutar. Es mi turno, y también mi sacrificio. Entre los dos monarcas, me resigno a cumplir lo que el destino me depara... Esto debe ser el infierno, repitiendo una y otra vez la misma tortura.
Una espiral de pensamientos me envuelve, y me hace recordar ese sentimiento de libertad que hace tiempo se desvaneció. Vivir entre cadenas invisibles, en una jaula sin barrotes... Se acabó.
La reina avanza en línea recta hacia mí. No puedo... moverme. Lo intento, sé que soy capaz... Ella se aproxima, imparable. Apenas quedan unos pocos cuadrados separándome del inevitable desenlace, hasta que, desde lo más profundo de mi interior brota una fuerza descomunal, que desconocía tener. De pronto, salto por encima de la reina blanca antes de que me alcance, y aterrizo lejos de ella. Las figuras me observan, atónitas. ¿No he hecho mi movimiento en “L”?
Mi piel de mármol está llena de grietas... puede que me rompa, y que este realmente sea mi final. Pero también podría ser la única manera de recuperar mi libertad. Dejo que la energía de mi interior siga su curso, y, con toda la fuerza que soy capaz de utilizar, recorro el tablero de piedra, agrietando aún más el mármol de mi cuerpo. Ya no sigo las reglas, ni los cuadrados, ni las líneas.
Mi base de figura negra empieza a resquebrajarse, se rompe en pedazos... Y de su interior, como si fuera una coraza, salen mis patas delanteras. Me muevo con rapidez para deshacerme de la roca que me aprisiona, hasta liberar mi esplendorosa crin. Siento por fin la capa aterciopelada de mi pelaje ser acariciada por la brisa.
Al fin puedo galopar. Al fin... vuelvo a ser indomable. Soy libre.
No puedo soportarlo más. Me han robado mi libertad, obligándome a permanecer en este juego sinsentido, condenado a un único movimiento de “L” ¿Dónde quedó aquella pradera verde? ¿Dónde están esas llanuras sobre las que antes podía cabalgar? ¿Dónde está mi libertad?
Un movimiento de la torre blanca amenaza con despojar al alfil negro de su privilegiada posición. Sin embargo, en su lugar, la reina avanza una larga distancia en diagonal, poniendo al rey negro en jaque. Es mi turno. No hay otra figura de mi color que pueda interceptar el ataque que la reina enemiga quiere ejecutar. Es mi turno, y también mi sacrificio. Entre los dos monarcas, me resigno a cumplir lo que el destino me depara... Esto debe ser el infierno, repitiendo una y otra vez la misma tortura.
Una espiral de pensamientos me envuelve, y me hace recordar ese sentimiento de libertad que hace tiempo se desvaneció. Vivir entre cadenas invisibles, en una jaula sin barrotes... Se acabó.
La reina avanza en línea recta hacia mí. No puedo... moverme. Lo intento, sé que soy capaz... Ella se aproxima, imparable. Apenas quedan unos pocos cuadrados separándome del inevitable desenlace, hasta que, desde lo más profundo de mi interior brota una fuerza descomunal, que desconocía tener. De pronto, salto por encima de la reina blanca antes de que me alcance, y aterrizo lejos de ella. Las figuras me observan, atónitas. ¿No he hecho mi movimiento en “L”?
Mi piel de mármol está llena de grietas... puede que me rompa, y que este realmente sea mi final. Pero también podría ser la única manera de recuperar mi libertad. Dejo que la energía de mi interior siga su curso, y, con toda la fuerza que soy capaz de utilizar, recorro el tablero de piedra, agrietando aún más el mármol de mi cuerpo. Ya no sigo las reglas, ni los cuadrados, ni las líneas.
Mi base de figura negra empieza a resquebrajarse, se rompe en pedazos... Y de su interior, como si fuera una coraza, salen mis patas delanteras. Me muevo con rapidez para deshacerme de la roca que me aprisiona, hasta liberar mi esplendorosa crin. Siento por fin la capa aterciopelada de mi pelaje ser acariciada por la brisa.
Al fin puedo galopar. Al fin... vuelvo a ser indomable. Soy libre.
Que bello relato! Me encantan por cierto además los caballos...La manera que describes como se libera, hermoso! Besos por ahí! Ya está cargado tu relato...
ResponderEliminarMuchas gracias! A mí también me encantan, de hecho, es mi animal favorito.
EliminarUn abrazo!
El mío también jeje Ya he escrito antes sobre caballos e incluso este año me hice un tatuaje de un caballo en la espalda...🐎💚
EliminarQue casualidad! A mí me encantan ya desde muy pequeña, pero debe ser la segunda vez que escribo haciendoles referencia.
EliminarDebe ser un tatuaje precioso!
Wuau qué texto más bonito has escrito con el juego de piezas del ajedrez, me ha parecido espectacular esta reflexión que va haciendo el caballo y que en realidad se siente preso por tener que ir en sentido de la L. Y que en ese final es cuando se siente libre, recuperando su libertad cuando le vencen. La verdad es que me ha parecido fabuloso tu texto. De diez, de verdad, me ha encantado. Te felicito.
ResponderEliminarMuchas gracias por venir a mi blog, y me alegra un montón que te hayas animado a formar parte de los relatos jueveros, ójala que sigas participando. Bienvenida.
Un abrazo.
Gracias, María! Me halaga mucho cuánto te ha gustado el relato, ya que la idea era poder representar esa sensación de prisión para el caballo, y su liberación...
EliminarMuchas gracias a ti por tu visita a mi blog, formo parte de los retos jueveros ya desde hace tiempo, pero, es verdad que debería participar más a menudo.
Un abrazo!
Sin duda a un caballo salvaje se le queda pequeño un tablero de ajedrez! Y es que la ansia de libertad es tan inmensa, que no hay estrategias que puedan con ella! Un relato genial! Un abrazote!
ResponderEliminarTotalmente. Siendo que su naturaleza la de galopar libres, en espacios abiertos y extensos. Verse encerrado entre las cuatro esquinas de un tablero, desesperaría a cualquiera.
EliminarMuchas gracias, Marifelita. Otro abrazote para ti!
El caballo fue más allá incluso del jaque mate.
ResponderEliminarSi, traspasó todas las barreras posibles, mucho más allá del jaque mate.
EliminarGracias por tu comentario!
Muy bueno esa lucha por la libertad, el pobre caballo, asi se hace. Vamos, que me he metido en plena partida.
ResponderEliminarMuy buen relato, gracias por unirte y darnos tu aportación que es de diez. Saludos
Ya veo, que estabas metidísima en la partida de ajedrez. Nunca pensé que me vería relatando (en un intento de relato épico) una partida de ajedrez, como para poner a la gente en suspenso... Te agradezco tus palabras!
EliminarSiempre es un placer participar en estos retos, junto a esta bonita comunidad juevera.
Un abrazo!
Muy bonito relato, tan bien contado ese aire de libertad que hasta pude ver a ese caballo con sus crines la viento galopando libre.
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
Muchísimas gracias, Patricia... Si has llegado a visualizar tan claramente esa escena, me doy por satisfecha.
EliminarUn abrazo!
Qué bellísimo relato para describir las sensaciones del caballo que al final logra su libertad. Me encantó. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Nuria! A sido muy bonito describir esta liberación en el relato, así que me alegra que te haya gustado su simbolismo.
EliminarUn abrazo!
que imaginacion tan fértil, una magnifica partida hacia la libertad Un abrazo
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Rodolfo!
EliminarOtro abrazo!
Por mucho que me pese, me he planteado no leer los relatos que están acompañados por imágenes de IA.
ResponderEliminarUn besazo juevero, Sckyw_712
Entiendo que te pese esa decisión, ya que eso implica dejar de leer buenos relatos que muy seguramente están escritos con dedicación, trabajo y mucha ilusión. Yo, por desgracia, no tengo habilidad como para hacer mis propias ilustraciones, y me gusta acompañar mis relatos con alguna imagen.
EliminarSin embargo, es una opinión respetable! Así que, gracias igualmente por tu comentario, aunque no haga referencia a mí escrito.
Un saludo!
Creo que el caballo es la pieza mas interesante del ajedrez, o al menos es en la que los fabricantes de piezas ponen mas atencion: Un set de ajedrez es mas valioso si el caballo esta bien trabajado.
ResponderEliminarBuen texto en homenaje a la pieza emblema del juego.
Yo también lo creo, de hecho, el caballo en si mismo tiene una simbología enorme... Y en el ajedrez es cierto que requiere de mucha precisión al hacerlo.
EliminarMuchas gracias, Jose!
Un abrazo!
Celebro que ese caballo se haya animado a salirse del forzado movimiento! Ojalá la pradera sea muy verde! Muy buen relato. Un abrazo
ResponderEliminarUna triste "L" para un caballo libre, se le quedaba corto. Seguro que sí!
EliminarGracias por tus palabras, un abrazo!
Precioso relato, una magnífica composición narrativa que te hace cabalgar sobre la montura del caballo cuando ha conquistado su libertad. Esa fuerza interior que siente es su espíritu luchador que le libera de cadenas.
ResponderEliminarFantástico. Me ha encantado. Por cierto, me he suscrito a tu blog.
Saludos cordiales.
Absolutamente! Se trata del espíritu luchador de un caballo salvaje, que anhela recuperar su libertad... Y lo consigue.
EliminarUn honor tenerte entre los suscriptores del blog, Marcos.
Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo!
Es bello y cruel, pero, ¿ qué más somos que simples piezas en el eterno tablero de la vida?
ResponderEliminarCierto. Gran reflexión, ya que nuestra vida en verdad sí es como un tablero eterno, repleto de partidas ganadas y pedidas.
EliminarMuchas gracias, Gustab.
Un abrazo!
Maravilla de relato!! Hermosooo!!..No imaginé ese final..pensé que se derrumbaría el tablero..que se rompería el caballo y lo pegarian, quedando todo remendado..pero este final, es bellisimo...felicitaciones..encantada de leerte
ResponderEliminarMuchísimas gracias!! Me encanta haberte podido sorprender con un final tan especial. Aprecio mucho tus palabras...
EliminarUn abrazo fuerte!
El caballo se rebeló a las reglas. Y escapó al ataque de la reina enemiga.
ResponderEliminarBuen enfoque para este jueves de ajedrez.
Saludos.
Si, rompió todos los esquemas y consiguió, no solo esquivar un ataque de la reina, sino libertarse de las cadenas que lo mantenían preso.
EliminarMuchas gracias! Un abrazo!
jajaja, muy bueno... Soy un caballo y estoy harto de estar aquí, así que... me piro. Ale, ahí os quedáis... Hmm... ese prado verde que estoy viendo por allí, mucho más mullido que esta piedra de distintos colores...
ResponderEliminarMuy original.
Saludos cordiales.
Me encanta este tono cómico con el que lo describes... Definitivamente no es un caballo conformista. Casi mejor ir para el prado blandito.
EliminarMuy buen comentario! Te lo agradezco, Mercedes.
Un abrazo (también cordial) para ti!