La pizarra
Neogeminis nos presenta esta semana un reto la mar de curioso. Escribimos sobre las incomodidades, tema que he querido abordar como veréis a continuación.
No, no, no... Otra vez no. ¿Por qué estas cosas siempre me tienen que pasar a mí? ¿Es que no hay más alumnos en la clase, o qué? No soporto ser el centro de atención. Siento los ojos de los demás chavales atravesarme por la nuca, mientras que los que están sentados delante de mí se han girado para quedarse pasmados mirándome.
- Lucas, ¿acaso no me has escuchado? - Replica el profesor de Lengua y Literatura, sentado en su gran escritorio. - Vamos, sal a la pizarra y continua la lectura.
Trago saliva. Casi siento deslizarse por mi frente una gota de sudor. No puedo salir ahí... Con lo mal que se me da leer, se van a reír todos, como siempre. Miro al maestro con una notable incomodidad, pero él me observa con impaciencia. Como no me mueva del sitio, me amonestará seguro. O peor aún, llamará a mis padres. Esto no puede terminar bien.
- Y-ya voy... - Noto en mi voz la inseguridad, mientras escucho al fondo unas risillas susurrando lo que, muy seguramente, es una burla.
Me pongo en pie torpemente, y con las manos temblorosas recojo el libro de la lectura obligatoria que toca este semestre, “El Lazarillo de Tormes”. Leer en voz alta se me da fatal, y con lo raro que está escrito este libro, mucho peor. Al llegar a la pizarra, abro el cuaderno en la página que toca, buscando mi párrafo.
- Es para hoy, Lucas. - Dice exasperado el profesor. - Lee desde “Después desto, consideraba...”
- Sí, señor. - Asiento, nervioso, y lo busco aún en la hoja. Al encontrar el trozo, comienzo a leer. - “Después desto... consideraba aquel tener ce... cerrada la puerta con llave. N- ni sentir arriba ni abajo... pasos de viva persona por la casa. - Apenas puedo sujetar el libro sin que temblequee. Respiro, y prosigo. - Todo lo que yo había visto eran paredes... sin ver en ella suelta...” - Me corrijo enseguida. - “Silueta” Perdón... - Se escuchan carcajadas en voz baja en alguna parte, aunque no puedo apartar la vista del papel. - “Ni ta- tajo, ni banco, ni mesa, ni aun tal ar... ¿arcaz?, como el de marras. Finalmente, ella pares... parescía casa encantada.” - Vuelvo a hacer una pequeña pausa para respirar. Dios mío, me va a dar algo. - “Estando así, dijome...”
- Vale, Lucas. No hace falta que continues. - Comenta el profesor resoplando. - Anda, haz el favor de volver a tu sitio.
Cabizbajo y muy avergonzado, hago caso de lo que el maestro me pide. Tengo las piernas tan débiles que siento que me voy a caer... ¿Por qué tengo tan mala suerte?
- Lucas, ¿acaso no me has escuchado? - Replica el profesor de Lengua y Literatura, sentado en su gran escritorio. - Vamos, sal a la pizarra y continua la lectura.
Trago saliva. Casi siento deslizarse por mi frente una gota de sudor. No puedo salir ahí... Con lo mal que se me da leer, se van a reír todos, como siempre. Miro al maestro con una notable incomodidad, pero él me observa con impaciencia. Como no me mueva del sitio, me amonestará seguro. O peor aún, llamará a mis padres. Esto no puede terminar bien.
- Y-ya voy... - Noto en mi voz la inseguridad, mientras escucho al fondo unas risillas susurrando lo que, muy seguramente, es una burla.
Me pongo en pie torpemente, y con las manos temblorosas recojo el libro de la lectura obligatoria que toca este semestre, “El Lazarillo de Tormes”. Leer en voz alta se me da fatal, y con lo raro que está escrito este libro, mucho peor. Al llegar a la pizarra, abro el cuaderno en la página que toca, buscando mi párrafo.
- Es para hoy, Lucas. - Dice exasperado el profesor. - Lee desde “Después desto, consideraba...”
- Sí, señor. - Asiento, nervioso, y lo busco aún en la hoja. Al encontrar el trozo, comienzo a leer. - “Después desto... consideraba aquel tener ce... cerrada la puerta con llave. N- ni sentir arriba ni abajo... pasos de viva persona por la casa. - Apenas puedo sujetar el libro sin que temblequee. Respiro, y prosigo. - Todo lo que yo había visto eran paredes... sin ver en ella suelta...” - Me corrijo enseguida. - “Silueta” Perdón... - Se escuchan carcajadas en voz baja en alguna parte, aunque no puedo apartar la vista del papel. - “Ni ta- tajo, ni banco, ni mesa, ni aun tal ar... ¿arcaz?, como el de marras. Finalmente, ella pares... parescía casa encantada.” - Vuelvo a hacer una pequeña pausa para respirar. Dios mío, me va a dar algo. - “Estando así, dijome...”
- Vale, Lucas. No hace falta que continues. - Comenta el profesor resoplando. - Anda, haz el favor de volver a tu sitio.
Cabizbajo y muy avergonzado, hago caso de lo que el maestro me pide. Tengo las piernas tan débiles que siento que me voy a caer... ¿Por qué tengo tan mala suerte?
Lo mas grave es que siempre hay otros alumnos que pasan al frente y leen perfectamente, algunos de ellos incluso tienen voces que cautivan e interesan. Pero el profesor al verme dudar decia: "Todos tenemos que pasar al tablero". A mi se me hacia una eternidad, y volvia al puesto y apenas habian pasado no mas de 5 minutos
ResponderEliminarQué razón tienes! A mí solía pasarme igual. Un pequeño párrafo se volvía eterno cuando apenas era un momento en realidad.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, un abrazo!
Si se trata de un niño tartamudo o tímido, no entiendo el motivo de sacarlo al frente a leer. Es una situación de lo más incómoda para el mismo.
ResponderEliminarMuy buen relato, y bien plasmado la incomodidad del que lo sufre.
Bien podría ser cualquiera de las dos cosas, pero como mínimo tímido. Las hay (o había) muchas escuelas que te hacen levantarte del sitio y continuar la lectura, y después a otro compañero. Cómo lectura grupal está muy bien, pero suele ser una actividad que genera mucha inseguridad cuando a uno le cuesta leer en alto.
EliminarMuchas gracias! Tan bien plasmado porque bien recuerdo esa sensación cuando me tocaba a mí leer.
Un abrazo!
Vaya, el muchacho hizo lo que pudo, y risitas siempre las va a haber. Los niños son crueles por naturaleza o al menos algunos de ellos.
ResponderEliminarA veces la timidez hace que la voz se quiebre, pero con el tiempo todo se supera, y quizá ese pequeño llegue a ser un buen orador. Un beso.
Muy cierto, Campirela. Risas siempre va a haber, y los niños cada vez se hacen crueles a una edad más temprana. Pero, todo se supera en esta vida. Y, en su caso, bien podría llegar a ser un gran orador...
EliminarGracias, otro beso desde aquí!
Situación incómoda por la que todoas hemos pasado. Bien contada. Gracias!!!
ResponderEliminarPor eso me gustó tanto escribirlo, tan incómodo y tan típico en la mayoría cuando éramos pequeños.
EliminarGracias a ti, por tu comentario!
Un abrazo
Siempre queda la e cosa de que esta escrito raro. Leyendo esto se te mete dentro la sensación aquella, y resulta hasta trompicado leer tu texto.
ResponderEliminar¿ inducción subliminal?
Abrazooo
Muy bien pensado. ¿Inducción subliminal? Podría ser...
EliminarA mí de adulta me cuesta aún leer según que fragmento de obras literarias de castellano antiguo. A día de hoy nos resulta muy redundante como se hablaba entonces.
Gracias por tu comentario. Abrazooo
Realmente una situación incómoda, desagradable, puedo entenderlo a alumno perfectamente, nunca me gustó pasar al frente y mucho menos a dar lección oral, pues en mis épocas de estudiante tuve profesoras bastante "brabas".
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, realmente reflejaste lo feo de esas situaciones.
Saludos.
PATRICIA F.
Muchas gracias, Patricia.
EliminarEs verdad que es una situación muy incómoda y desagradable para muchos niños. Hablar frente a los demás, salir a la pizzara, leer en voz alta... Y más cuando hay algún profesor (como tú dices) bastante "bravo"
Un abrazo!
¿Hay alguien que pueda decir no haber vivido esa incomodidad en la infancia? Menudo mal trago! Todos hemos pasado por eso! "A la pizarra"! Terror puro! Je, je! Un abrazote!
ResponderEliminarCreo que no hay nadie! Sii, menudo trago. Y qué nerviosismo cuando nos llamaban a la pizzara.
EliminarGracias por tu comentario! Un abrazo.
Digo lo mismo. Todos hemos sido Lucas alguna vez. Tu historia me ha recordado algo que me pasó con una monja loca que me daba clase y que inspiraba un terror cerval. Aún se me ponen los pelos de punta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya! Suena terrorífico lo de la "monja loca", qué curiosidad...
EliminarGracias por tu visita, y un abrazo grande!
Qué bien captada está esa inmensa e indisimulable incomodidad de tener que pasar al frente a leer o a recitar una lección! Por favor! Qué feo momento! Muchas gracias 712. Me has hecho sonreír con los recuerdos de aquella infancia. Un abrazo y gracias por participar
ResponderEliminarGracias, Mónica! Es un placer haber sido capaz de captar tan bien esa situación tan particular, y haber conseguido sacarte una sonrisa recordando la infancia.
EliminarGracias a ti por esa propuesta tan interesante, las participaciones han sido soberbias.
Un abrazo!
Esos trances los hemos pasdo todos y creíamos que éramos los únicos. Aquí se está viendo que era una cosa generalizada.
ResponderEliminarBesos
Totalmente de acuerdo! Es increíble darse cuenta que esa situación le ocurría a muchos otros niños. Es muy curioso.
EliminarBesos!
Hay niños como Lucas que cuando llegan a la edad adulta pierden esa tartamudez. Pero entiendo también la incomodidad cuando te llama el profesor bien sea para salir a leer o para escribir en la pizarra. Yo al principio pasaba mucha vergüenza, pero no me quedó otra que acostumbrarme, aunque me costó y lo pasaba fatal porque Doña Rosa siempre me hacía salir a la pizarra.
ResponderEliminarEstupendo relato. Un abrazo
Todos hemos tenido a un profesor como Doña Rosa, que tiene la manía de sacarnos siempre a la pizzara o a leer.
EliminarMuchas gracias Nuria! Un abrazo
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ResponderEliminarLa situación es estresante y cuanto más temor peor. La actitud de los compañeros es propia pero cruel. Buena aportación. Saludos!
ResponderEliminarlady_p
Los niños a esas edades se pasan mucho, aunque quién lo diría... Y claro, la situación no es deucha ayuda.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, un abrazo!
El chaval estaba de veras acojonado porque ya desde una edad muy muy temprana, y sobre todo en la escuela, nos inculcan que el fracaso, lejos de aprender de él, es de perdedores. Es la sociedad que hemos creado. Los profesores que resoplan en este tipo de casos, son los principales cómplices de un sistema de educación fallido.
ResponderEliminarTienes toda la razón. A esa edad es muy importante lo que aprendemos, pero el sistema educativo está muy obsoleto y, efectivamente, nos inculcan desde edades muy tempranas el fracaso. Pero, así lo hemos hecho nosotros.
EliminarLos hay profesores, igual que trabajadores en otros sectores, que no deberían trabajar de cara al público... Y aún menos con niños.
Gracias por tu comentario, un abrazo!
Decididamente es una situación incómoda el pasar a leer al frente, cuando no se lo hace con destreza. Y la risa de los otros alumnos no fue una ayuda.
ResponderEliminarQue insistencia del profesor.
Bien contado. Un abrazo.
Es una situación que genera mucha inseguridad, y es verdad que los demás no ayudan en nada.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, un abrazo!
Esas burlas colegiales y esos profesores con 0 en psicología infantil. Muy bueno como lo describes todo, besos.
ResponderEliminarGracias, intenté mostrar la situación lo más realista posible. Tal cual, 0 psicología infantil por parte del docente.
EliminarUn abrazo!
Que ese alumno tartamudee y se sienta inseguro no significa que de mayor le vaya a pasar igual. Es probable que haya ejemplos de personas que de mayores han destacado, incluso, en la lectura y con voces de presentador de radio...
ResponderEliminarMuy buena aportación. Enhorabuena.
De eso puedo estar segura! Cuando somos pequeños estamos en la escuela para aprender. Nadie nace sabiendo. Y en la adultez, uno ya ha aprendido muchas cosas, y mejorado en tantas otras.
EliminarGracias por tu visita, Marcos! Un abrazo
¿Quién no fue un Lucas alguna vez?, lo malo son los niños, que sigue riéndose de quien es diferente.
ResponderEliminarUn abrazo
Todos lo hemos sido, creo yo... Y lo de las risas hacia alguien diferente, es una pena, pero de algún lado deben de aprenderlo.
EliminarUn abrazo!